lunes, 3 de septiembre de 2018

Los domingo, partían dulcecitos, con la pelea infantil por quien leía primero los diarios, generalmente, luego del gritoneo, empezaban las negociaciones, te lustro los zapatos si me cambias el turno! Yo te plancho el uniforme si me lo cambias a mi...!, luego el aroma a la paila de huevos con cilantro nos lanzaba abajo de las camas y a desayunar en familia, los domingo matutinos eran lindos dulces, alegres, la agonía comenzaba después de almuerzo, la tarde pasaba rápido, al atardecer la espantosa canción del Japening, nos conminaba  a reir aunque estuviéramos tristes, el ruido del secador de pelo, más la plancha con su característico olor a ropa limpia. Lunes again, los padres sacándose la cresta en sus laburos...
Si había temporal, peor, nadie quería salir de su casa al otro día, los ladridos de los perros a lo lejos hacían más difícil el trance...Ha pasado el tiempo y los lunes no logran enamorarme.