viernes, 24 de enero de 2020

Cuando éramos chicos teníamos unos vecinos que podían salir a la calle, a nosotros no nos daban permiso, era peligroso, pasaban autos, micros carretas y bicicletas, detrás de la casa había un sitio rodeado de árboles, con tres o cuatro casas alrededor, amaba ese lugar, y me daba envidia ver como los otros niños jugaban todas las tardes y hasta la noche, se escuchaban sus risas y sus gritos, nosotros jugábamos en nuestro patio cercado, un verano nos hicimos amigos de ellos, íbamos a su casa, eran varios hermanos, y se sumaban los que vivían en las casas rodeadas de árboles, jugábamos y nos reíamos, los hermanos mayores dirigían los juegos, nos divertíamos, claro que sí, pero recuerdo que duró poco, puede que hayan empezado las clases, no me acuerdo, hace pocos días alguien, uno de ellos subió una foto en la que aparecemos en un cumpleaños, algunos de ellos ya no están, una, mira a sus queridos desde algún lugar de la memoria, los otros han vuelto de visita, la imagen muestra una vida de niños queridos y protegidos, al crecer, los peligros cambiaron, cambiaron violentamente, tanto así que andar en la calle se hizo necesario y urgente, no sé si menos peligroso.
Mi abuela materna siempre estaba machacando algo en la cocina....recuerdo ese sonido, un golpeteo constante que traía olores de aliños y vapores hirviendo, una cocina latiendo que me daba seguridad...saber que alguien cocinaba mientras los demás hacíamos cualquier cosa, me entregaba las certezas que necesitaba a mis preguntones pocos años, la misma que me da una luz encendida en la puerta de entrada de una casa, sabes que alguien te está esperando.

Mi abuela paterna, cantaba, silbaba, tarareaba canciones de amor, mientras también machacaba cosas...Las cocinas eran calentitas, tibias, y perfumadas con olor a nido, a refugio, mi mamá no recuerdo que lo hiciera, debe ser porque siempre estaba haciendo mil cosas a la vez, la recuerdo en la cocina, apurada, porque luego de cocinar tenía que lavar la ropa de la semana, en la semana corría entre la casa y su escuela, ... entre los hijos propios y los ajenos..entre su deber ser y lo que quería, supongo, nadie se preguntaba en ese tiempo qué pasaba con las ansias libertarias de una mujer, no en Chiguayante, no en mi casa, en mi casa las mujeres debían cumplir, debían llevar su carga felices, con mi hermana sabíamos que no era así, mi mamá decía que había que hacer las cosas, nada más, y no hacer problemas, no reclamar, no había otra alternativa, ser mujer, madre, esposa, profesional significaba que había alcanzado las metas de la vida, mi mamá era exitosa, también cantaba a veces, como mi abuela paterna, nos cantaba cuando éramos chicos y nos acompañaba mientras nos quedábamos dormidos... después ya no tanto, las canciones a la hora del sueño se fueron acabando conforme crecíamos, o estábamos enfermos, entonces volvía la madre cantarina, el resto de los días la atrapaba la rutina y el cansancio...

Mi madre tiene 81 años, ahora la escucho machacar cosas en la cocina, ahora también es una abuela, seguramente sus nietos si les pregunto me dirán que la abuela siempre está golpeteando algo en la cocina...

jueves, 23 de enero de 2020

Jueves sin cojones para largarse a llover.
Mi ojo izquierdo se manifiesta, con un volcán nonato.
Muere un poeta que ya estaba muerto
en un país que ídem.



lunes, 20 de enero de 2020

A mis 13  quería que alguien me quisiera, que me acompañara, que me cuidara, mi apariencia física me ayudaba porq me veía mayor, me puse a pololear dándome cuenta enseguida que el pololeo no era como se veía en libros ni películas. Querían tocarme, tocar, entrar a lugares que ni yo conocía de mi, yo quería algo q no sabía, claramente no lo que estaba viviendo, no me atrevía a decir no, no me atrevía a negarme.

El tiempo fue pasando y yo sintiéndome en un callejón sin salida, cada vez más estrecho y profundo, muchas veces me sentí vejada, sucia, la diferencia entre el personaje y yo era de 5 años, q a mis trece se notaban. 

Sentía cosas que se oponían, sentía cosas que no conocía, placeres, que luego se desvanecían dejando una extraña sensación que no me gustaba. Juntaba fuerzas para cortar pero no podía, era muy difícil hacer sufrir a otra persona, ser "la mala",  a los trece nadie quiere ser malo, pasó el tiempo, esa relación felizmente terminó, y durante mucho tiempo quise borrar a ese ser que me había vulnerado, agredido, sin poder yo decírselo, me sentía pertenecedora a algo, poseedora de algo.....por lo q pagaba un alto costo.

A mis 19 conocí el amor, ese estado de con solo pensar en el sujeto, me daba una paz interior absoluta, era Feliz, la complicidad, la comunicación, la ternura, la seguridad era lo que buscaba. Me atrajo el desparpajo y poder que hacía notar el susodicho cuando entraba a un lugar, curiosamente esa misma agresividad y violencia pronto me empezó a molestar, a no gustarme, nuevamente no fui capaz de poner límites, empecé a quedar sola porq abandoné a mis amigos, para qué? si tenía a mi amor siempre conmigo, no los necesitaba....El amor se empezó a transformar en posesión, si yo, su pertenencia, no hacía lo que él quería de mi, recibí primero un manotazo, luego cachetadas, luego puñetazos y patadas, no quiero eximirme de responsabilidades, pero al comienzo fui totalmente inocente de provocación, fui víctima, luego la cosa se puso tóxica y se fue convirtiendo en un juego de tomar, recibir y dar....hasta que acabé un día secuestrada en la pieza de su pensión, rescatada por un compañero del secuestrador que espantado le gritaba, NO QUIERO CONOCER ESTA ARISTA TUYA, NO QUIERO SABER ESTA PARTE DE TU PERSONALIDAD!

Luego de eso corté, corté apoyada por mis amigos, que me acompañaban y no me dejaban sola, en un proceso largo y complejo...una noche me pidió que habláramos, que no estaríamos solos, q no tuviera miedo, salimos, el amigo se fue enseguida, y fui arrastrada hacia un espacio frente a la plaza detrás del q en ese entonces era el edificio más alto....me pegó, me tiró contra la reja, me zamarreó, me pateó, la gente pasaba y miraba...nadie hacía nada...esto fue entre las 10 de las noche y las 2 de la mañana....un viernes por la noche....Luego de eso corté definitivamente...le tenía miedo, aún lo quería según yo.....me pedía perdón llorando después de cada vez q esto pasaba, pero fui fuerte, y no me dejé convencer.....

Vino un tiempo en que tenía que sanarme como fuera, y me fui en la dolce vita, buenos amigos me cuidaron, por suerte. Al tiempo vinieron otras relaciones que se fueron volviendo tóxicas, algo en mi cabeza no había quedado funcionando bien, y creo que me transformé en una persona difícil, conflictiva me dijeron una vez, una mala combinación de sentimientos que se oponían entre sí.

Es largo el camino recorrido, 15 años más o menos fue el tiempo que me tomó reencariñarme con mi persona, a veces es más difícil, a veces no tanto, sólo espero no dañar al que está a mi lado, a los que están a mi lado, a los que quiero, a veces soy felíz con solo escuchar una canción, otras, viendo una flor luciendo su frescura.

Comparto esto porque veo a tantas personas con el norte equivocado, el norte es uno, no dejar que nos vulneren, que se burlen de nuestra apariencia, de nuestra timidez, hay gente tan pobre de espíritu que al no saber luchar con sus carencias se transforman en energúmenos (me dijo uno, hace un tiempo), en personas que no saben otra forma de relacionarse, si no es a traves de la burla y la denostación , si somos chicos, grandes, flacos, gordos, morenos, rubios, es algo que no se puede cambiar, disfrazar sí, pero ¿qué sentido tiene? ¿no es mejor querernos con lo q nos gusta y lo que no?, y a quien se atreva a cuestionar nuestra persona , que se vaya a pelear con lo suyo, que harta  pega tiene.


Hace unos días, luego de q pasaran más de 40 años, pude acercarme a saludar al primer fantasma, sin miedo y sin rencor, no tuve q cambiar de vereda ni dar vuelta la cara. Estoy más fuerte sin duda, porque me he sentido acompañana al ver que no soy la única, ni por lejos que ha vivido cosas parecidas.


jueves, 2 de enero de 2020

La rueda de la vida gira con sus ejes engrasados a veces, y oxidados otras, rodando, rodando hasta que un día se detiene, desciendes, te apeas, y vuelve a girar para otros y con otros.

Cruzas el medio siglo y la urgencia se apodera de ti, el intenso ahora te captura, te seduce, te enamora y quieres hacerlo todo y ahora, a los 20 te equivocas porque "ayer eras niñx", a los 50 crees que no, pero sí, los días corren y el tiempo se acorta, buscas las miradas de tus padres, quieres dibujar les sonrisas, que te vean como eres, sin disfraces, mostrarles su tarea hecha, que finalmente lo hicieron bien, lo mejor que pudieron, que no criaron ladrones, ni mentirosos, ni malas personas, que todo lo que nos dieron fue amor, que nadie es perfecto, que cuando yo bailo y salto y canto lo hago porque estoy feliz, porque adoro las juntas entre generaciones, que si me subo a la reja a gritar, es la Lili niña que se manifiesta, que ojalá ustedes aprendan a reírse de esas cosas y de sí mismos, que cuando los veo tristes o retraídos, muero por dentro y quiero abrazarlos y decirles que esas penas se acaban y vendrán otras, que la vida si no es por amor no tiene sentido, que el amor vive en la familia, los amigos, en las mascotas, en las cosas que nos gusta hacer, en la música que escuchamos, en la comida que preparamos o nos preparan, tenemos hijos y queremos ser perfectos, nos equivocamos, nos tomamos una copa de más y nos sentimos culpables, porque algo pasó que hiciera que nos doliera, y no queremos hacerle dolor a los que vienen, a los que continuarán la cadena amorosa, disfrutar el amor en la vida es lo que nos sostiene cuando nos tropezamos, y nos protege cuando vemos maldad, la felicidad la encuentro cuando los miro a ustedes y reconozco sus ojos con los mios.