jueves, 25 de julio de 2019

Un pavo muy zorro

Conozco un Pavo muy Zorro, hoy me topé con el, me hice la loca para no entrar en esos detalles menesterosos del saludo, del cómo estás tanto tiempo, qué ha sido de tu vida? etc. 

Se excusó con el chofer y pagó menos, porque no llevaba sencillo,(dijo), casi se va a piso post aceleramiento del vehículo, un chofer puede perder unas monedas, pero jamás la dignidad...buscó con la mirada dónde sentarse, escojió, (cómo no) aquel lugar con la chica más bonita y joven (of course) la suerte del Pavo...el pololo había bajado un paradero antes. Amablemente le pidió a la chica que le borrara unas fotos del wasap, "es que no me gusta como salgo," (/le dijo). La chica le explicó básicamente cómo debía hacerlo, él le agradeció efusiva, pero caballerosamente, (Pavo pero no leso), y luego le dijo "adiós, qué tengas un buen día y muchas gracias", ¿de Pavo? ni una pluma, (pensé)


lunes, 22 de julio de 2019

No querías aprender a andar en bicicleta y yo te obligaba...no fuera a ser que te perdieras la sensación del aire rozando fuerte tus mejillas. Me daba lo mismo que jugaras con barbies en vez de autitos,  te imaginaba fuerte, rápido, ganándole al viento, y al sol quemando tu piel o el frío tallando expresiones que se verían en tu rostro adulto,  no querías andar en bici... y eso me complicaba, me angustiaba, me frustraba, que te quedase la marca, esculpida, estampada, del que no desafió a la tarde lluviosa, o quemante de sol a fuerza de pedaleo, lo más parecido a la felicidad en mi niñez, aburrida y solitaria, en un país herido que comenzaba a adormecerse.








jueves, 18 de julio de 2019

y nos miramos
con ojos cerrados y
el alma suelta
No necesitamos siquiatras, necesitamos sentarnos todos juntos (como los Jaivas) en una mesa ( como las de antes), sin celulares, sin pre ni postjuicios, mirarnos a los ojos, y recordar que estamos en un paréntesis, nada más.

miércoles, 17 de julio de 2019

La adultez me pilló en pelotas, desnuda, con los brazos a los lados, abatidos. Con un sol apagado, opaco. desteñido, que me recuerda el sol de los mayo de mis años y una luna oscura que no ayuda, entonces me pierdo, y no se por donde continuar, hace frío, y aquí estoy acurrucada entre mis penas que no pasan, esperando el abrazo hermano que no llega.

miércoles, 3 de julio de 2019

La gran boca de un payaso como puerta de entrada, las estrellitas dibujadas en el cielo de la carpa, mientras los trapecistas vuelan de aquí para allá y de allá para acá, la música adorna la fiesta y todos aplauden y gritan de placer, canciones a voz en cuello felices al acordarnos  que ya llegan los gitanos, durante el día vimos una caravana de camionetas con bultos en dirección al sitio eriazo en donde se ubican cada primavera. Comienza septiembre y comienza la fiesta, los días bonitos, los volantines y los paseos familiares caminando con nuestros padres, tíos y abuelos.






La mierda le llegaba a la garganta,  emergió del aparato del wc, el agua mojaba todo, sus pies, su cerebro, asquead@ intentó limpiar, secar, eso fue después del desencuentro, después de que las lágrimas arrastraron con ellas el aluvión de recuerdos vividos e imaginados, los últimos eran imaginarios, quería que hubiesen sucedido pero no. Iba intranquil@, intuía que no sería fácil, pero la cosa se le fue de las manos, peor aun, nunca la tuvo en ellas, y debió escuchar y ver como caían los reproches, los reclamos, las acusaciones salpicándol@ de palabras dolorosas que no quería escuchar, así es la cosa se decía, qué diablos, nah q hacer, increíble, tristemente cierto.





Piso de tierra, la mesa reluciente, los muebles protegidos con pañitos bordados, todo prolijo, ordenado, nada está fuera de lugar, aparte de la pobreza que se adueña del lugar, una casa pobre, luz suave y débil que entra por las ventanas y la puerta entreabierta...la mujer que traquetea es flaca, menuda, mirada profunda, conocedora de las miserias y las carencias por haber nacido pobre, sus hijos la ayudan, van de aquí para allá poniendo la mesa, porque el padre está por llegar, una guagua espera en su corral, envuelta en mucha ropa, tejida por las manos de su madre. En un rincón la máquina de coser, con una falda a medias, que su futura dueña espera lucir en las ramadas, al son de una cumbia o una ranchera, cuando lleve a los niños que cuida a los juegos que se instalan cada 18 de septiembre en el recinto junto a los anticuchos, carritos de maní,  y tiro al blanco.