martes, 30 de octubre de 2018

Un escáner pa mis negativos y diapos, un tocadiscos, dos dientes, ese es el leit motiv de estos días, ... Anyway, puedo seguir desdentada, más, soy muy felíz colocando esos círculos negros q suenan tan bonito,  sonrío tipo monalisa, me gusta reir a mandíbula batiente, en fin,es lo que hay, y con lo que hay se hace maravillas me enseñó mi madre.

Tal vez no compre el escáner, ni el tocadiscos, (ahora), tal vez use el money para unas buenas vacaciones, los discos y los negativos son para satisfacción mía, me dijeron, no estoy muy de acuerdo, pero suena sensato y algunas veces hay que escuchar al pueblo, tal vez no me ponga los dientes, tal vez, TODO, pero de a poco, una cosa a la vez.

viernes, 12 de octubre de 2018

El año 1988, fue el año en que derrocamos a Pinochet, era impensable que la dictadura terminase, menos por una vía pacífica, un suceso que nos pareció tremendo, finalmente se fue decantando y convirtiendo en un punto, un puntito dentro del tramado de las bases que sostuvieron al dictador y su camarilla, eran sólidas, tanto, como sólo pueden ser los cimientos invisibles, los más peligrosos, no sabemos donde empiezan, ni donde terminan, ni que tan altos son.

1989, fue el año en que cayó el muro de Berlín, toda mi vida había visto como ese muro dividía un país en dos mundos distintos, habitados por personas que nada sabían del cotidiano del otro, esos dos años se sentían auspiciosos, se sentía en el aire, los "Nunca más" se enredaban con los "Castigo a los culpables", el tiempo fue pasando, nos fuimos dando cuenta de que todo seguía casi igual, casi. Pronto empezó a desmoronarse nuestra historia, siguieron los atropellos, los robos, los abusos, cambiaron los actores pero los personajes siguieron existiendo, cumpliendo lo que el guión mandaba, del sepia pasamos al blanco y negro, del blanco y negro al color, colores que se fueron destiñendo, cambió el paisaje, cambió la forma de relacionarse, se acabó la vida de barrios, de pasaje, de la cuadra, ahora medíamos las distancias en condominios, casas pretenciosas, pareciendo lo que no eran, atascadas en un patio que ni árboles tenía, pretenciosas, cubiertas de martelina, queriendo parecer cemento, pintadas con pinturas que tenían nombres coloniales, al igual que sus nombres, "Condominio Don Bernardo", "Condominio Augusto José Ramón", "Doña Lucía", niños encerrados en sus casas jugando en los computadores que habían endeudado a sus padres, la cajita idiota se había multiplicado y mutado en celulares, juegos eléctrónicos portátiles, tablets, se acabaron los cines, las funciones sorpresas y los rotativos, los familiares de los detenidos desaparecidos se fueron muriendo, sin saber que había pasado con sus seres queridos, eso era parte de la vida, naces, mueres.... En fin, hoy, en 2018, vivimos entre muros invisibles que nos separan cada vez más, cada uno en el lugar al que cree pertenecer, sin mezclarse, sin toparse, ¡Dios mío, Tanto negro!, imagínate cuando empiecen a mezclarse y reproducirse, escuché decir a una señora muy amable y cariñosa-doy fé- de ello, pero el miedo a la diferencia, al distinto, la aterra, como a muchos.
Pienso en los migrantes que llegan buscando una vida mejor, en sus idiomas, en las canciones y bailes que sabrán desde niños, y me imagino una fiesta, un Gran Circo Gran, un carnaval, ricas comidas, nuevos juegos y miradas, no necesitamos murallas ni apartarnos, todo lo contrario, urje encontrar los espacios y disfrutar la vida a pie pelado y despeinados!!!