Tenía tan lindo pelo, un melena oscura, espesa, un bosque en el cual siempre podría internarme.
Además tenía una autoestima alta, altísima, en la cual encaramarse y enfrentar el mundo.
Al contrario ella, carecía de tal cualidad, no preguntaba, le temía a las respuestas, recibía y daba, sin exigir, zambullirse en esa cabellera era suficiente para no esperar ni proyectarse, el intenso ahora la abrasaba y sostenía.
30 años después, la cabellera no es oscura, aunq sí espesa y abrasadora, el lugar al que llegar.
Cuántas vidas habremos tenido siendo, hijos, padres, hermanos? tantas respuestas como pelos hay en nuestras cabezas.