jueves, 22 de marzo de 2018

Estaba feliz porque había sido aceptada en la U de Chile, feliz, hasta que el cejón de bigote de gruesas cerdas y ojos de zorro mal intencionado, promulgó la Ley General de Universidades, dando inicio a la privatización de la educación superior, y ofreciendo la posibilidad de crear universidades privadas sin dependencia estatal, desarticulando completamente la red de universidades públicas existentes hasta ese momento, regionalizándolas y dividiéndolas en un sínnumero de universidades e "institutos profesionales" sin mayor vinculación entre sí. Entre las más afectadas, estuvo la Universidad de Chile, perdiendo sus sedes regionales, que pasaron a ser entes independientes. De ahí adelante la historia es conocida, aparecieron universidades e Institutos que ofrecían el oro y el moro mediante el pago de un título, obviamente quienes tenían recursos asistían a universidades que ofrecían carreras tradicionales, al alcance de las billeteras de sus padres, quienes ya no tendrían que preocuparse de que sus hijos obtuvieran  un buen puntaje para quedar en la U, total, podrían comprar su título. Para el resto, para la mayoría, nacieron los institutos profesionales, con carreras tan atractivas como engañosas, no importaba no ir a clases, llegar tarde, no hacer los trabajos, total, a fin de semestre el director de carrera obligaba a los profesores a arreglar los libros de asistencia y subir las notas, que te cuesta, pobre cabro, es inmaduro, en la casa le sacarán la cresta, capaz que los papás lo metan al ejército o peor a carabineros, arréglale la nota.....y así pasaron los años con universidaes que cerraban a mitad de semestre, dejando alumnos sin poder terminar sus carreras, universidades que salían de la nada, que no tenían Alma Mater, no tenían una filosofía de vida, ni principios éticos, eran un negocio, con riesgo de pérdida , con gastos e inversiones, y algunas fueron mal negocio poh, otras resultaron mala inversión para quienes con dolor e impotencia vieron cómo sus trasnoches, sus esfuerzos se perdían al darse cuenta que sus carreras no tendrían donde desarrollarlas, un montón de carreras con nombre interesante que existían sólo en un papel. En fin, esto es sólo la primera parte para poder entender la pobreza intelectual. la falta de empatía, la violencia porque el otro me produce anticuerpos, porque al leer la historia de sus antepasados, veo el horror del nazismo, del fascismo, su cara de yo no he hecho nada, soy una víctima, su bota de yeso (rara porque ahora no se usan) que me recuerda tanto a la Rubia de turno que al pelear con su amor de turno volvió en un avión llorosa y con una pierna enyesada. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario