domingo, 15 de julio de 2018

Tenía siete años cuando mirando la sombra de la ampolleta en el techo, iluminada por la luz del pasillo,entendí que la vida era un entre tiempo, un paréntesis, de ahí en adelante no pude sacarme el peso de la mortalidad, todo mi presente,  mi seguridad(las de un niño de 7 años) se esfumaría como si nada, como todo. Ahora que los plazos ya no parecen ser muy largos, cuando se encogen más que estirar, el miedo ya no es amenaza, es una certeza, lo que tanto temía, se acerca a grandes trancos, entonces NO PUEDO  mantenerme tranquila, me estrangula, me apreta, me tritura la angustia existencial, soy un niño de 7 años en un cuerpo que envejece.

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