domingo, 19 de agosto de 2018




¿Qué problema relacionado con el género y la etnicidad has podido identificar en tus experiencias personales, tus vivencias cotidianas o tu rol de estudiante, trabajador/a, dirigente/a, ciudadano/a, etc.? ¿Cómo se podría superar esta situación?






La domoche tiene unos ojos vivos que se mueven inquietos apuntando siempre hacia el frente, se diferencia de la mirada del wentru que es huidiza, perdida en sus pensamientos, en su rabia, en su pena, el hombre se resigna, la mujer, se levanta, desconfiando pero segura de los pasos que debe dar, la sobrevivencia involucra su propia vida y la de quienes la rodean, la mujer como género ha asumido el bienestar de los que ama como parte de su ser persona, no hay mujer que no sienta esta responsabilidad sobre sus hombros, sea occidentalizada o no.


Aprendí desde niña que había que ser dócil, amable, suave, atenta a los deseos de un (a) otro, del otro, las relaciones de pareja no eran parejas, siempre situaban a la mujer en un peldaño más abajo, este sometimiento se puede observar en los distintos tipos de relaciones que formamos a lo largo de nuestras vidas, el sometimiento ante el blanco, ante la autoridad, venimos con la marca de la cayana no solo en el cuerpo sino que también en nuestra forma de reaccionar ante las diferencias que se producen por ser mestizo y no descendiente de europeo, esta diferencia no desconoce edades,ni sexo, he escuchado a personas mayores en espera de ser atendidas por un médico, comentar "Y ese es el doctor?, al ver a un hombre moreno, con claros rasgos mapuches, como también en un recital ver a jóvenes burlándose de la "cara de nana" que tenía la cantante que estaba en el escenario, he visto como ante los ojos de estudiantes de colegios particulares, el chofer de la micro, la auxiliar, la persona que barre las calles es un ente extraño, a veces invisible, hasta el momento en que necesitan de sus servicios para satisfacer una necesidad que los motive a dirigirse a ellos.


Hasta hace un tiempo, no mucho, en los currículum había que poner una foto, había que tener buena presencia, ¿qué es tener buena presencia? ¿Estar limpios?, con la ropa en buen estado? o asemejarse a los protagonistas de las teleseries nacionales, o chilenos que aparecen en tv? Las mujeres occidentalizadas se tiñen rubias, patéticamente creen que pasan a formar parte de la elite, a la clase dominante, se visten con las ropas de retail, es chistoso ver como se uniforman hombres y mujeres con las marcas que están de moda, la cultura occidental sí que invisibiliza a las personas, las culturas originarias, respetan la individualidad, respetan las diferencias que tenemos por ser jóvenes, mujeres, ancianos por ser del sur o del norte. Tal vez las occidentalizadas nos liberamos de temas domésticos, podemos aspirar a estudiar a viajar, las mujeres de pueblos originarios, libran múltiples batallas, deben emigrar para poder subsistir y mantener a sus familias, los que las obliga a elegir entre vivir, apegadas a sus costumbres y creencias o a vivir una vida de mentira trabajando para familias ajenas, en ciudades cuyas costumbres son radicalmente distintas a las que ellas conocen, convirtiéndose en extranjeras, formando parte de la gran ola de inmigrantes que pueblan las ciudades de Chile, empobreciendo su cultura, participando de ritos citadinos como ir a pasear a un mall, comer alimentos que nada tienen de la madre tierra, en la ciudad no existe el intercambio solidario que se da en sus zonas de origen. En sus comunidades se acompañan, se ayudan, lo que tiene uno lo comparte con el vecino, las familias son extensas, las mujeres dejan su familia materna y pasan a ser parte de la familia de su compañero.


Despojadas de sus tierras, de sus familias, han debido muchas veces dejar a sus hijos para poder buscar un destino, ¿dónde empieza y dónde termina su opresión?


Las mujeres occidentalizadas sufrimos otro tipo de opresión, lentamente hemos ido superando barreras, las jóvenes de hoy parecen ser más libres que las que tenemos más de 50, aun cuando me ha tocado escuchar de sus bocas, frases y sentencias que en nada de se diferencian de las que escuché cuando mis tías y madre eran jóvenes. Tengo la impresión de que las demandas que se exigen hoy en su mayoría son maquillaje, ya que las verdaderas libertades deben pasar necesariamente por todo el espectro femenino que puebla nuestra sociedad, nosotras mismas debemos ser las gestoras de acciones que erradiquen la opresión de cualquier tipo, acompañarnos en este tránsito es vital, desfragmentar las agrupaciones, tender a lograr los objetivos de manera pareja, es cierto que tenemos diferentes reivindicaciones y luchas, pero la primera debe ser situarnos a todas en la misma plataforma, mirarnos entre nosotras y reconocernos desde la misma situación de opresión, sin paternalismos.


La naturaleza, la tierra es nuestra madre, responder a su llamado es nuestra tarea prioritaria, sanar así muchas heridas y necesidades que se nos han creado por la occidentalización,por tratar de imitar a las feministas intelectuales de Europa, que fueron las primeras luces que vimos con afanes libertarios, volcarnos a las costumbres ancestrales, a las tareas que cumplían nuestras antepasadas, reconocer como suyas las tierras robadas, respetar y cuidar nuestras plantas y bosques nativos, vivir en conjunto, respetando las diferencias que cada individuo puede tener, las creencias, cuidarnos unas con otras, aprender las unas de las otras, la cultura de los pueblos originarios es más antigua y por lo tanto más conocedora de las bondades que nos entrega la madre tierra, somos las mujeres mestizas las que debemos escuchar, abrir nuestros sentidos a la sabiduría y sapiencia que poseen las mujeres de pueblos orignarios.






En fin, creo que este curso me entrega más preguntas que respuestas, volcarse hacia el ritmo de la naturaleza, podría ser una salida, un puente hacia el camino que nos libera y fortalece como género. Olvidar lo que hemos aprendido y sentir y abrirnos al latido de la tierra.

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