jueves, 31 de mayo de 2018

Miserable vida, 78 años en la tierra para amanecer un día a las 3 de la mañana, flotando en caca y barro, no basta con estar postrada, y ser pobre, vieja y fea, arrugada y seca. Pobre mi mamita.

Marica, cola, nos llamaba Lemebel, locas, ahora la mujer esa, la doctora de la tele, anda diciendo que soy alcohólico, qué sabe ella, lo  que es mirarse en un espejo roto, opaco, pelado y trizado y ver la miseria, tu miseria, (la mía), la pieza oscura, las paredes sin pintura, la ampolleta colgando sola, de un alambre, moviéndose con el viento que entra por las rendijas, porque la casa igual es flaca y seca, las paredes se sueltan con el tiempo, y los clavos bailan igual que los dientes en una encía gastada, algunos se salen, se caen, se oxidan y otros se asoman y sirven para colgar cosas.

Qué saben de no saber que hacer, y pasar los días, esperando que llegue el minuto en que todo se acaba, pa ver si es verdad que uno descansa, me paro en la esquina a escuchar las mismas palabras que hace 30 años me dicen, ME GRITAN, ya sé perfectamente lo que me dirá el pelado ese, patético, del auto y la manga de compadruchos que andan con el para todos lados, haciendo chistes fomes de todos quienes pasan por su lado. Yo sé que soy mierda, que no sirvo para nada más que para ocupar un espacio en un cementerio, pero no hueveo a nadie, aquí me quedo entre la puerta y mi cama, mirando a los personajes que se pasean en mi realidad y en mis pesadillas.

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