lunes, 22 de julio de 2019

No querías aprender a andar en bicicleta y yo te obligaba...no fuera a ser que te perdieras la sensación del aire rozando fuerte tus mejillas. Me daba lo mismo que jugaras con barbies en vez de autitos,  te imaginaba fuerte, rápido, ganándole al viento, y al sol quemando tu piel o el frío tallando expresiones que se verían en tu rostro adulto,  no querías andar en bici... y eso me complicaba, me angustiaba, me frustraba, que te quedase la marca, esculpida, estampada, del que no desafió a la tarde lluviosa, o quemante de sol a fuerza de pedaleo, lo más parecido a la felicidad en mi niñez, aburrida y solitaria, en un país herido que comenzaba a adormecerse.








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