Nunca aprendí a gritar de pena o de dolor, sí peleando o de juego y alegría, cuesta tanto sacarse el bolo que duele, que aplasta la entraña, lo he intentado, pero simplemente no sale, para eso escucho canciones, veo películas y escribo palabras que asustan a quienes me quieren a pesar que les he dicho que una vez que están escritas ya salió la pus y la costra aparece. En fin, a veces la vida se pone muy antipática.
miércoles, 17 de abril de 2024
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