viernes, 24 de enero de 2020

Cuando éramos chicos teníamos unos vecinos que podían salir a la calle, a nosotros no nos daban permiso, era peligroso, pasaban autos, micros carretas y bicicletas, detrás de la casa había un sitio rodeado de árboles, con tres o cuatro casas alrededor, amaba ese lugar, y me daba envidia ver como los otros niños jugaban todas las tardes y hasta la noche, se escuchaban sus risas y sus gritos, nosotros jugábamos en nuestro patio cercado, un verano nos hicimos amigos de ellos, íbamos a su casa, eran varios hermanos, y se sumaban los que vivían en las casas rodeadas de árboles, jugábamos y nos reíamos, los hermanos mayores dirigían los juegos, nos divertíamos, claro que sí, pero recuerdo que duró poco, puede que hayan empezado las clases, no me acuerdo, hace pocos días alguien, uno de ellos subió una foto en la que aparecemos en un cumpleaños, algunos de ellos ya no están, una, mira a sus queridos desde algún lugar de la memoria, los otros han vuelto de visita, la imagen muestra una vida de niños queridos y protegidos, al crecer, los peligros cambiaron, cambiaron violentamente, tanto así que andar en la calle se hizo necesario y urgente, no sé si menos peligroso.

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